Respecto del trabajo
El derecho del trabajo, es una materia que me apasiona especialmente por mi profesión que he ejercido como colegiado en Madrid y Vigo, pero sobretodo por mi condición de sindicalista. Ahora bien, una cosa es el derecho del trabajo y otra es el TRABAJO.
Aquí, fuente de algunos autores, algunas acepciones académicas del concepto, del aspecto teórico y de la posición del trabajo: */*
Trabajo.- m. Acción y efecto de trabajar.// Obra.// Operación de la máquina, pieza, herramienta o utensilio que se emplea para algún fin.// Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza. Se usa en contraposición de capital.// fig. Dificultad, impedimento o perjuicio.// fig. Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz.// Germ. Prisión o galeras.// Mec. Producto de la fuerza por el camino que recorre su punto de aplicación y por el coseno del ángulo que forma la una con el otro.// pl. fig. Estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida.
En francés travail.
En inglés, cuando nosotros o los franceses decimos de trabajo (o travail) en sentido profesional (mi trabajo), los angloparlantes utilizan job o task, y cuando tiene un sentido más político los ingleses usan labour (Labour Parti).
La actitud hacia el trabajo ha venido evolucionando a lo largo de la historia a tenor del pensamiento filosófico y religioso y de su propia posición en la escala de valores sociales. La mayoría de las civilizaciones mundiales basaron sus economías en la esclavitud o el trabajo de clase. Las antiguas civilizaciones asiáticas, así como las mediterráneas de Egipto, Grecia y Roma, dependían para su suministro de mano de obra de sus sistemas esclavistas; por ello, el trabajo fue objeto de menosprecio social, menosprecio que se extendió al hombre libre que trabajaba al lado de los esclavos. En este marco general constituyen verdadera excepción la consideración dispensada a los trabajadores agrícolas en algunos países antiguos y la distinción otorgada al esclavo griego o romano que mostraba dotes de artista o filósofo. Durante la Edad Media, la economía europea constituyó un feudalismo agrario con siervos sujetos a la gleba, por costumbre, estado o ley, que se veían obligados a realizar la mayor parte del trabajo necesario; la Iglesia primitiva no otorgó valor característico alguno al trabajo, pero si lo admitió como complemento del ascetismo y como vía de salvación espiritual. La Reforma y la aparición de los estados nacionales como centros de orientación social y política hicieron que el objetivo de salvación espiritual se trocase por el de alcanzar un bienestar terrenal y unos bienes materiales a través del poder político. Esos cambios se vieron acompañados de un desarrollo progresivo de la libertad económica individual y de la confianza en el mercado como principal mecanismo de control económico.
Teoría del trabajo.- El concepto objetivo del trabajo como ente y medio de producción no tomó forma hasta el siglo XVIII, en que los economistas clásicos Adam Smith, Ricardo, John Stuart Mill y otros atacaron la política nacionalista del mercantilismo y defendieron el liberalismo individual y el mercado libre. En el conjunto de la teoría económica de libre empresa, la teoría del trabajo quedó subdividida en teoría de la producción y de la distribución. La economía clásica se veía limitada por su medio ambiente agrícola-artesano y por la actitud filosófico-religiosa que consideraba al trabajo como algo -doloroso- y molesto. Este planteamiento contribuyó a mantener el error durante un siglo en los análisis económicos. La teoría valorística del dolor venía a decir que el valor de un producto se determina por la cantidad y dificultad del trabajo aplicado a su producción. No considera al capital como coproductor, sino como simple excedente de la producción del trabajo sobre la cantidad de bienes necesarios para mantener el mismo nivel de subsistencia.
De aquí derivó la famosa teoría del fondo de salarios, que suponía que el producto total era una cantidad fija en cualquier período de tiempo y que todo incremento en la cantidad consumida por el trabajo reduciría la cantidad atribuida al capital. Ricardo llevó al limite la teoría valorística del trabajo al considerar a éste como fuente de todo valor y al capital como simple producto de trabajo precedente; al combinar esta hipótesis con el razonamiento de que el capital podía atribuirse arbitrariamente todo el producto que excediera del nivel de subsistencia y con la teoría de Malthus sobre el aumento de población, se llegó a la ley de bronce de los salarios (los salarios tienden siempre a fijarse en el nivel de subsistencia debido al aumento de la población) y a elaborar una teoría sobre la explotación total de la mano de obra. Gran parte del pensamiento económico del Karl Marx y Henry Geroge se basó en las obras de Ricardo.
Como el trabajo era el factor de producción fundamental, según los clásicos, el pensamiento económico de la época carecía de una verdadera teoría de la distribución real y estableció muy pocos conceptos válidos sobre las proporciones entre los índices de retribución a los diversos agentes productivos. Durante el período 1880-90 la escuela económica subjetiva o de utilidad marginal (Jevons Böhm-Bawerk y Walras) puso de manifiesto la invalidez de gran parte del pensamiento de la escuela clásica. Destruyó la teoría valorística del coste del dolor e impulsó la teoría económica mediante dos conceptos importantes: la teoría de la producción, sobre empleos alternativos de los factores de producción, y la ley de utilidad marginal. La primera indica que los agentes productivos pueden sustituirse entre si y que un incremento de la cantidad aplicada de uno de ellos (capital, por ejemplo) por unidad de producto determina una disminución en la cantidad aplicada de los otros por unidad de producto. Según la segunda, a medida que se aplican cantidades crecientes de cualquier factor productivo –permaneciendo los otros constantes- el valor total del producto aumenta según una razón decreciente y la retribución de tal factor –salarios en el caso del trabajo- tiende a igualar el incremento en el valor total del producto añadido por el empleo de la última unidad del factor.
Posición del trabajo.- La tendencia del análisis económico a considerar el trabajo como una mercancía sometida a las mismas <leyes> que regulan los factores no humanos (tierra y capital) ha suscitado numerosas críticas sociológicas. Además, la suposición de la teoría económica de un mercado competitivo de funcionamiento perfecto, libre de injerencias monopolísticas y estatales, ha sido tachada de irreal. El trabajo organizado arguye que no obtiene una parte proporcionada de la renta nacional bajo el sistema de libre empresa y que los salarios reales deben ser aumentados mediante acción colectiva. Tanto la rigidez de la teoría del fondo de salarios como los conceptos mecanicistas automáticos de la escuela marginalista han predispuesto a los economistas a criticar desfavorablemente la teoría sindical y las prácticas de contratos colectivos. La mayor parte de los teóricos marginalistas sostienen que los salarios tienden a fijarse en el punto determinado por la competencia entre el trabajo y los restantes factores de producción; pero apoyan el contrato colectivo como método para asegurar que esta tendencia se haga realidad e impedir que el trabajo reciba menos de su productividad marginal.
Por otra parte, se indica que el mercado de trabajo competitivo no asegura unas condiciones adecuadas de trabajo ni una actuación limpia del patrono; no falta quien señala que la economía puede absorber un aumento general de salarios reales sin incrementar el coste por unidad de producción mediante el uso más eficaz de los agentes productivos. Con toda probabilidad, los salarios podrían aumentarse ligeramente a costa de la remuneración al capital y a la administración, pero –supuesta la libre competencia- la mayoría de los teóricos creen que el aumento del coste del trabajo ocasionaría un mayor empleo de capital en sustitución de trabajo, lo que, a su vez, haría descender a la larga los salarios totales a largo plazo. */* Nuevamente —soy yo—:
Pues bien, el debate, sin duda, está servido pues los tiempos traen cambios a una velocidad vertiginosa en los que, pudieran no ser tan necesarias las personas en la producción y, en consecuencia, las remuneraciones terminen por convertirse en algún tipo de subsidio. Se verá. ©Baldomero Gómez (allá por 2014)